28 julho 2008

El ocaso de los concursos de belleza en Chile

Miss Missing
Miss Missing

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El gesto que inmortalizó a la Bolocco al ganar el Miss Universo en 1987 fue uno de los escasos reconocimientos internacionales que Chile tuvo en la dictadura.

Por Carmen Sepúlveda / La Nación Domingo

La mala organización de Miss Universo y Miss Mundo espantó a auspiciadores y a la televisión, que ya no se interesan en mostrar el despampanante desfile de mujeres de piernas largas y lágrimas de cartón estilo Cecilia Bolocco. Sepa por qué ser reina dejó de ser el sueño de las chilenas.


En 1999, los organizadores del concurso Miss Chile pensaron que habían encontrado la veta de oro, e incluyeron un test de actualidad en la competencia para seleccionar a las candidatas para Miss Mundo.

Fue así como Carolina Zúñiga, una joven de pelo ondulado, cejas pobladas, un metro sesenta de estatura y ojos pardos, respondía lo impensable frente al entonces más delgado conductor Kike Morandé.

El cuestionario de cultura general comenzaba así: ¿A quiénes elegiría para perpetuar la especie humana en el hipotético caso de un holocausto? Zúñiga, sin que se le arrugara un músculo de la cara, respondió que su príncipe azul sería el Papa.

Por si fuera poco, hubo otras dos intervenciones célebres de la joven: a la interrogante de con qué animal se sentía identificada, ella contestó: "Con un caballo... o sea, como soy mujer, con una yegua". Y la última: ¿puede nombrar un pez grande que se coma a la gente? Y ella respondió dubitativamente: "¿La jaiba?".

Aquella noche, las risotadas del público despertaron en el director Gonzalo Bertrán y su equipo el hambre por ridiculizar a las candidatas que históricamente no hablaban en este tipo de competencias. Cuando sólo importaba que fueran bellas, el resto era accesorio.

Pero el bochorno apoyó la sintonía con 30 puntos. Grito y plata para la estación televisiva, la producción y los patrocinadores. Este episodio, que hoy se recuerda como uno de los chascarros más vergonzosos de la pantalla chica, fue el primer síntoma del comienzo del desprestigio público de las candidatas que llegaban a la etapa final de los concursos. Lejos quedaba el glamour que Cecilia Bolocco demostró en 1987. Lejos también iban quedando las ganas de los diseñadores de mostrar sus trapos en niñas tan mal preparadas.

TONTERA SIN FINANCIAMIENTO

Pese a que Chile tiene licencia para organizar tanto el concurso Miss Universo como el Miss Mundo, ya van dos años en que no se presentan candidatas. Independientemente de la falta de rapidez mental demostrada por varias de las mujeres interesadas en ganar la corona del universo, el problema más relevante no fue ese, sino el económico.

No se supo mantener el programa televisivo después de la muerte de Gonzalo Bertrán. Tampoco se supo lucrar con la producción y, en términos de mercado, la TV cambió. Se abrió paso a los espacios de farándula y ese nicho acogió a los auspiciadores que antes apoyaban este tipo de iniciativas.

Frente a la relevancia que le dan otros países de América Latina como Venezuela, que este año impuso a Dayana Mendoza como la más bella de todas, aquí simplemente no existe una maquinaria que año a año disponga de los recursos para sacar adelante a mujeres esculturales. Y si antes existía, era gracias al apoyo de medios como las revistas "Paula" o "Caras", además de Canal 13.

Renata Ruiz, que ganó en 2005 para representarnos en Tailandia, explica que mientras no exista una organización sólida que esté detrás de las niñas hasta el final, en Chile no se puede hablar de una plataforma seria. A ella le pasó: quiso mostrarse natural y fresca con sus 20 años y, cuando se vio enfrentada a candidatas absolutamente estudiadas, concluyó que hay una política de buscar estereotipos de personas con estándares de comportamiento claros: ser políticamente correcta y una señorita, donde tu opinión personal no vale. Eso es lo que se busca a nivel internacional.

Para Andrea Muñoz, elegida Miss Chile en 1999, los programas de TV rebajaron la imagen de la mujer, en lugar de mostrar y potenciar sus atributos integrales. A su juicio fue evidente que los televidentes, luego de ver un show de ese nivel, se aburrieron rápido de la tontera.

La industria de la belleza mueve millones de dólares en el mundo y el costo de las licencias no es barato. Unos 20 mil dólares hay que pagar para organizar la edición local de Miss Universo, monto que se cancela directamente a la organización en Estados Unidos. Actualmente es el italiano Luciano Marrochino quien tiene la franquicia para toda América Latina.

El latin lover, que saltó a la fama luego de protagonizar las fotografías de corte sexual con Cecilia Bolocco episodio que ubicó a la diva como la segunda reina de belleza más escandalosa de la historia, según la revista "People"- es socio de Eduardo Pantoja, un empresario de muy bajo perfil y hombre clave de los derechos de cualquier cosa que se haga con la marca del Miss Universe en nuestro país.

Un cercano a este personaje señala que su error ha sido delegar la planificación del concurso a personajes que poco saben de mega producciones, y recuerda el caso de René Barba, que el año pasado sostuvo una disputa por la organización del evento con el publicista Francisco Zegers.

El productor Jorge Luis Uribe asegura que en nuestro país existe todo para tener una segunda Miss Universo, pero reconoce que falta gestión de negocios y personas interesadas en invertir. Según él, el Gobierno debe hacerse parte, porque cada reina local es una representante del país en el extranjero.

Soledad Balut, productora del concurso y hermana de Marlen Balut, una de las mujeres clave en la organización cuando lo hacía Canal 13, recuerda que el canal en ese entonces armaba todo: elegía a las niñas, producía el programa y se encargaba de los premios y los auspiciadores. A Soledad, por ejemplo, le tocaba supervisar que las chicas llegaran a los ensayos.

FOTO_02 W:200 H:150 11 kbLas que eran más astutas sacaban provecho de la experiencia, porque era una buena vitrina", opina. Las candidatas se descueraban y competían todo el tiempo, porque ganar significaba entrar a la TV. Hoy día eso no es tan importante: quienes llegan a ser rostros vienen directamente del mundo de la farándula y en su mayoría son actrices o pololas de futbolistas.

Gonzalo Bertrán es recordado como el gran gestor de estos contenidos. Tenía la capacidad de armar un cuento con el glamour, él lo sabía hacer muy bien, levantaba nuevos personajes.

Actualmente encontrar a una mujer famosa que lleve las joyas de una marca importante no es fácil, concluye Balut, y eso se debe a que no hay una escuela que saque al mercado caras nuevas. De este tipo de competencias salió toda una saga de animadoras como Tonka Tomicic, Lorna Soler, Marcela Vacarezza, Savka Pollak y Raquel Argandoña entre las más antiguas-, por nombrar sólo a algunas.

LICENCIA DE 8 MIL DÓLARES

Pese a que Miss Mundo tiene un carácter mucho más benéfico que Miss Universo, la realidad es la misma. Hasta 2005, el concurso estuvo a cargo de la diseñadora Millaray Palma, quien cinco años antes se había hecho socia con Daniella Campos.

Ambas asumieron el desafío con el ánimo de profesionalizar la organización, para lo cual armaron un equipo de expertos en asesorías de imagen: trabajaron con el cirujano plástico Héctor Valdés, con las Peluquerías Trucco y con Diego Gutiérrez, encargado de estética ortodoncia.

Ese año, luego de corregir con el bisturí partes de su cuerpo, se eligió a Isabel Baulitza, que quedó entre las diez finalistas. Pero por falta de recursos, la señal internacional no fue televisada y la imagen de la elegida no quedó en la retina de los televidentes chilenos.

Según explica Millaray Palma, la licencia de Miss Mundo tiene un costo de ocho mil dólares y debe renovarse cada año. Ella asegura que sí sabe hacer negocios con la franquicia y que contaba con los patrocinadores, pero la señal televisiva no le respondió. Canal 13, acusa, no quiso ratificar el contrato y ella peleó por una firma hasta que se cansó de intentarlo.

"Siempre llegué con los programas auspiciados por marcas de autos, pasajes y joyas, pero no tenía el espacio en la pantalla", declara con cierta nostalgia.

Un concurso de belleza implica muchos costos de producción que elevan los gastos y que finalmente hacen que el evento no sea ciento por ciento rentable para un canal. Pero Palma sostiene que si la organización se hiciera con tiempo -como el Festival de Viña-, con un diseño y una estrategia de TV y de producción, sería un negocio sumamente atractivo.

"Con Daniella estuvimos solas y finalmente terminé con un equipo profesional y sin pantalla", advierte. En Canal 13, en tanto, aclaran que dejaron de interesarse editorial y comercialmente en este tipo de concursos, y por eso no los contemplan en su programación.

POR QUÉ TE FUISTE, GONZALO

Gonzalo Bertrán es recordado por ser un gran mago de la televisión, con un equipo de producción que podía hacer lo que quisiera en la programación prime. Con una productora con experiencia como Raquel González, dedicada en exclusiva durante tres meses a esta producción, tenía carta abierta para ejecutar lo que quisiera en una hora o dos de transmisión.

Cuando Canal 13 no dio una respuesta a Millaray Palma, ésta decidió tocar las puertas en TVN. El canal estatal se interesó, pero justo ese año el concurso internacional se realizó en Nigeria, donde fue boicoteado en protesta por la violación de los derechos de la mujer en ese país. El canal, entonces, decidió no transmitirlo.

"No tenía ningún sentido elegir una candidata para luego no enviarla al certamen internacional", recuerda Daniella Campos. En ese minuto, Palma se comunicó con Rodrigo Danús, que tenía el equipo de producción en un programa que se llamaba "Enemigas", transmitido por Chilevisión. El concurso se hizo ahí, pero no contó con el peso de un canal grande ni consiguió identificar a las candidatas con el público. De glamour ni hablar.

Encontrar a niñas tampoco es fácil. Contrariamente a lo que sucede en el escenario internacional, en Chile participar en este tipo de concursos se convirtió en un desprestigio. Las chicas que llegaban a competir no eran las ideales y a las que sí tenían las condiciones costaba convencerlas, porque económicamente no era negocio.

Posibilidades de trabajo se abrían, pero no a todas. A Carolina de Moras la trataron de persuadir diciéndole que era un paso importante para ella, pero se negó porque como modelo había llegado al nivel que quería y participar en esta instancia no le aportaba en nada. "No me sumaba en mi carrera. El Miss Mundo estaba muy desperfilado, a la organización le faltaba hacer las cosas bien", afirma la modelo.

"En Venezuela ven a una Miss como una mujer con un gran trabajo, no cualquiera gana un concurso de belleza en ese país. Acá la calidad es muy baja, existen muchas que se quieran presentar pero nunca ganan", agrega la guapa Marie Ann Salas, que participó en el Miss Internacional celebrado en Japón.

Los concursos de belleza hasta la década de los noventa estaban pensados para mujeres que necesitaban abrirse una vitrina para construir un futuro en televisión o una carrera como modelo. Pero hoy quienes ocupan ese espacio son las opinólogas o quienes participan en realities.

La belleza por la belleza, al menos en televisión, perdió poder. Cecilia Bolocco ya no es rostro irresistible de antaño y en la escena internacional no se le recuerda como la que hace más de dos décadas fuera la más bella de todas. Hoy lleva la corona de la segunda reina más escandalosa de todas. Da la sensación que el universo se espantó de verla arrodillada frente a Marrochino. Y con los astros definitivamente no se juega.

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