08 outubro 2009

Miss Venezuela




Por: Luis Lozada Soucre

La frivolidad puede ser una cosa seria y el concurso de Miss Venezuela está allí para demostrarlo.

Un tanto velado por los brillos de sarowsky, el performance histórico del Concurso de Miss Venezuela, como empresa comercial, exhibe un óptimo y rentable trabajo gerencial, que se traduce en la imagen más amable que ostenta internacionalmente el país.

El Concurso de Miss Venezuela como espectáculo, es sólo el eslabón comunicacional visible, detrás suyo hay una Organización con convicciones de primer mundo, que año tras año perfecciona sus estrategias mercadotécnicas para superarse a sí misma.

Si a los resultados nos atenemos, pocas empresas venezolanas pueden ofertar un portafolio tan lleno de productos líderes como la Organización Miss Venezuela. Invocar la generosa lista de misses locales triunfadoras en el exterior es un ejercicio harto reiterado en la prensa nacional e internacional.

Su "magno evento", es decir la final televisada a Venezuela (y a muchos otros países, vía señal diferida o por satélite) se traduce anualmente en el programa de mayor rating y por ello abarrotado de marcas y firmas comerciales que lo respaldan.

Su línea de productos, es decir, Miss Venezuela como premium y una amplia extensión de línea conformada por el cuadro de honor, se convierten de inmediato en objetos de apetecible consumo, en los más importantes certámenes de belleza de los cuatro puntos cardinales de la tierra.

Y este éxito gerencial indiscutible, cobra una mayor significación, cuando se advierte que a diferencia de cualquier otra empresa comercial, la Organización Miss Venezuela gerencia un determinismo geográfico, una abstracción y hasta un imposible: la supremacía de la belleza venezolana.

Paradójicamente, nadie puede afirmar a ciencia cierta quién capitaliza los mejores beneficios de este deslumbrante mercadeo de la belleza venezolana.

En principio, es claro y evidente que la Organización Miss Venezuela se queda con lo suyo. Pero también es ostensible que no sólo las misses triunfadoras obtienen sus ganancias, sino que incluso, hasta las que se quedan en la recta final, pasan de ser niñas anónimas a destacadas estrellas del mundo fashion y del show bussines.

Como también resulta evidente que en este festín de gananciales, es Venezuela la que indefectiblemente debería llevarse la mejor tajada, a través de una campaña con fines turísticos, que no partiría de cero, sino que cuenta previamente con un sólido posicionamiento internacional: la percepción del país como la tierra de las mujeres más bellas del planeta.

Un objetivo comunicacional persuasivo y desprejuiciado, jamás cumplido y, en consecuencia, el único haber de la Organización Miss Venezuela que no ha podido ser endosado a su legítimo beneficiario.

http://www.talcualdigital.com

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