Con un tono de voz un poco cansado pero amable, Dayana Mendoza contestó desde Nueva York el teléfono que le pasó una de las representantes de la organización Miss Universo. "Estos días han estado fuertes, con muchas entrevistas y trabajo", son las primeras palabras -luego de saludar- de la venezolana que el 13 de julio ganó el certamen de belleza más importante del mundo.
Además de una apretada agenda de encuentros con la prensa internacional, la chica de 22 años ha asistido a eventos sociales como el estreno de la película de Daddy Yankee y comenzó su entrenamiento en el tema del sida, enfermedad sobre la cual hará campañas de prevención mundial durante este año como reina universal.
Comentó que desde que ganó ha tenido que cumplir con una rutina muy ocupada. "Esto ha sido un corre corre total. Me paro a las 5.00 de la mañana, desayuno, si hay tiempo; viene el maquillaje, el cabello y a las 7.00 ya estoy dando entrevistas hasta la noche, que vuelvo a llegar al apartamento, ceno, y a dormir". Con tantas ocupaciones no ha tenido tiempo de compartir con Hilary Cruz, miss Teen USA, y Crystle Stewart, miss Estados Unidos, con quienes vive en los Estados Unidos. Tampoco ha podido hablar mucho con su familia.
Una corona pesada
El tiempo de la reina está en manos de la organización internacional. Con un día de anticipación recibe su itinerario, dice estar de acuerdo. Fue preparada para cumplir con el nuevo rol. "La gente piensa que ser miss Universo es tener a un montón de personas echándole aire a uno y haciéndole uñas y pies y que la niña lo que hace es dormir todo el día y comer. Eso es mentira. Ser miss Universo es cumplir los compromisos con la organización y con los patrocinantes, viajar siendo la representante de la mujer y embajadora del mundo. Saber hablar, responder, comportarse, relacionarse con personas de cualquier parte del mundo y de cualquier tipo de cultura, saber hacerse el cabello, maquillarse y vestirse. Ser miss Universo es un trabajo, no unas vacaciones"
A pesar de la aclaratoria de lo que requiere su nuevo título, Dayana Mendoza dijo que ésta era la mejor oportunidad que le ha dado Dios. "Lo que más me gusta es que voy a poder viajar mucho y conocer mucha gente". Entre sus próximos destinos estará Indonesia, es lo único que dijo saber la reina que ganó una corona de oro y diamantes, valorada en más de 120 mil dólares.
Nostálgica
"No sé cuando regrese a Venezuela. Aún no me han dicho si voy a ir al Miss Venezuela a entregar la corona. Quisiera que me den permiso. Ojalá fuese yo quien decidiera. Cuando vaya deseo descansar, tener un poco de vacaciones, por lo menos un día o dos, estar tranquila, ser Dayana, la normal. Hacer algo como cualquier persona, como ir al parque y estar con mi familia, poder compartir con ellos que me hacen tanta falta. Y cuando vaya a Maracaibo quiero que me hagan patacones, por favor, de plátano maduro que me encantan".
Comentó que su familia le ha dicho que están agradecidos con ella por tanta felicidad. También su novio, con quien tiene una relación desde hace cuatro años, está contento. "Me dice que no necesitaba que participara en el Miss Universo para saber que yo era la más bella del mundo. Él sigue en Caracas, es un muchacho normal, que estudia en la universidad y trabaja. Estamos acostumbrados a llevar de lejos el noviazgo porque estoy viajando desde los 15 años, cuando empecé como modelo. Seguiremos manteniendo la relación con viajes".
Abierta a las posibilidades
La caraqueña, a quien Osmel Sousa tuvo que convencer para que participara en el Miss Venezuela porque no le gustaban los concursos de belleza, opina que las personas deben aprovechar todas las oportunidades y no cerrarse a las posibilidades sin haberlas probado.
En diversas entrevistas ha evadido responder si se ha hecho una cirugía plástica porque le parece un tema privado. "Ésa es una decisión muy personal. Prefiero dejar abierta la posibilidad de que el mundo piense que tenía cinco manos y me operé para que me dejaran dos. El único problema que le veo a las cirugías es hacérselas para parecerse a otra persona. Si una reina o cualquiera se la hace porque lo desea, es su problema. Está bien si te va a hacer sentir mejor y es lo que quieres".
Mendoza quiere soñar en grande y esperar a que termine su año como miss Universo para decidir qué hacer. "Quisiera tener mi propia compañía algún día, trabajar en televisión o en radio. Vamos a ver qué otro chance me da Dios",
De la noche final
Dayana Mendoza dijo sentirse contenta de que los venezolanos celebraran y se sintieran felices con su triunfo como miss Universo. El nombre de su país fue lo primero que le pasó por la mente cuando ganó. "Pensé: 'Venezuela, lo logramos, por fin un rayito de luz para nosotros en el mundo'. Fueron demasiadas emociones juntas, susto por la impresión, alegría por la satisfacción de ganar y risas". Aseguró que en ese momento no tuvo miedo de que alguien le arrancara la corona como le sucedió en el Miss Venezuela 2007, "ni si quiera esa vez me dio miedo, sino risa".
El haber llegado al final junto a la participante colombiana tuvo una significación especial por ser del país vecino y por la amistad que formaron previamente. "Estaba contenta de que fuera ella de quien estaba agarrada de la mano, porque somos vecinos, casi hermanos. Ella de hecho me decía 'Nana', como me dice mi hermanita. Me alegró porque nos la llevamos muy bien".
Contó que en los días previos al certamen realizado en Vietnam nada se le hizo difícil. "Afortunadamente disfruté todo. Me gocé ese tiempo. El trabajo lo hice bien desde que llegué, hasta el final". La nueva reina mundial prefiere no decir nada del porqué ganó el concurso. "Ésa fue la decisión del jurado y sólo ellos saben por qué me eligieron, me imagino que estaban buscando una persona fresca". De lo que sí está convencida es de que está bendecida. "Estoy agradecida de que Dios me haya dado esta oportunidad, luego de tanto tiempo para una venezolana". No le importa que la anterior fuese Alicia Machado, una miss polémica. "Ella tiene su personalidad y la respeto. Fue hace mucho y no tiene por qué repercutir en mi trabajo".
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