28 dezembro 2009

El concurso de Miss Palestina se enfrenta a la oposición de la población

Catrina Stewart | GlobalPost para lainformacion.com

Las autoridades de Ramala han impedido la celebración de Miss Palestina planeada para este fin de semana. La versión oficial es que es sólo un aplazamiento, porque la fecha coincidía con el primer aniversario de la ofensiva israelí en Gaza, que dejó a 1.400 muertos. ¿Pero está la población musulmana de Cisjordania preparada para acoger un concurso de belleza?

Una mujer observa a una concursante de Miss Arabia en Haifa (Israel) el 6 de diciembre de 2009.

(Ramala, Cisjordania).
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Pero cuando las autoridades de Ramala ordenaron posponer de manera indefinida el primer concurso de Miss Palestina de la historia a sólo unos días de la final que iba a celebrarse el 26 de diciembre, la sensación era que se trataba de algo inevitable.

Unos días antes, en la oficina de su firma de moda en Ramala, la organizadora, Salwa Yusef, de 38 años, había quitado importancia a las dificultades. “Le dijimos a todo el mundo ‘dadnos una oportunidad, y después podréis criticarnos’”. Ahora no está claro si tendrán siquiera esa oportunidad.

Oficialmente, el gobernador de la bulliciosa ciudad de Ramala canceló el concurso de belleza, porque la final coincidía con el primer aniversario de la ofensiva de Israel en Gaza en diciembre del año pasado, lo que costó la vida a 1.400 palestinos.

La verdadera razón es un poco más problemática. Además de la firme oposición desde sectores religiosos musulmanes, las autoridades dicen en privado que sienten una fuerte resistencia por parte de la gente al concurso, que se percibe como una actividad frívola cuando los palestinos tienen que luchar a diario contra la ocupación israelí y las conversaciones de paz están estancadas.

“Es la gente corriente la que no acepta la idea”, asegura Firas Obeid, un periodista de Ramala que también trabaja para el Ministerio de Cultura de la Autoridad Palestina. “Quizás en otra época la aceptarían. Pero la gente está deprimida y no tiene sentido seguir adelante con este evento”, dice.

Unas 200 chicas se inscribieron para participar en Miss Palestina, que concede un premio de 10.000 shekels (unos 2.600 dólares), un coche y un viaje a Turquía. Las candidatas al título se redujeron finalmente a 58, de las que 26 son árabes israelíes (palestinas con ciudadanía israelí) y las otras 32 son de Cisjordania. Gaza, que permanece bajo control de Israel, no presentó ninguna candidata.

Desde el principio, el concurso ha tenido que ir superando obstáculos. La Autoridad Palestina, dominada por Al Fatah, se negó en principio a ayudar en la financiación, limitándose a aportar solamente apoyo tácito al concurso. Mientras tanto, varias aspirantes al título tuvieron que abandonar el concurso debido a la presión de sus familiares, en general parientes masculinos que rechazaban la idea de que sus hijas o hermanas apareciesen ligeras de ropa sobre una pasarela.

Aunque parte de esa oposición se diluyó después de que los organizadores prometiesen a las chicas que no tendrían que desfilar en traje de baño, las quejas contra el concurso continuaron. A la semifinal que se celebró a principios de diciembre, y que fue generosamente cubierta por la prensa, sólo se presentaron cuatro de las 12 chicas inscritas. Los organizadores lo asumieron de la mejor manera posible (“había mucho tráfico”) y rápidamente pusieron en marcha una segunda semifinal para dos días antes de la final.

Falasteen al-Remawi, una aspirante al título que también trabaja para Yusef en su empresa Trip Fashion, asegura que muchas de las concursantes se han encontrado con reacciones negativas por parte de amigos y familiares. “Cuando dije que iba a participar, todos mis amigos me dijeron ‘es un error, todo el mundo va a hablar de ti’”, recuerda Remawi, una determinada joven de 25 años que fuma sin parar. “Pero les dije que lo estoy haciendo por las mujeres de este país”.

Tanto Yusef como Remawi luchan por unos ideales. Para ellas, este concurso es una forma de liberación femenina, y una vuelta a la vida normal, en una sociedad que está fuertemente dividida en su trato hacia la mujer. En el centro de Ramallah y Belén las jóvenes acuden a la universidad y caminan por la calle sin la cabeza cubierta. Pero en pueblos más conservadores de Cisjordania, muchas mujeres cubren sus cabezas, se casan muy jóvenes y se quedan en casa.

“Desde el principio queríamos ayudarnos a nosotras mismas”, dice Yusef, una divorciada menuda y de voz suave que tiene cinco hijos. “¿Cómo podemos ser más libres si no hacemos nada? Todo el mundo se queda callado”.

Las peores críticas han llegado por parte de Hamás, el grupo islamista que controla la franja de Gaza, prácticamente aislada, y que ha obligado en los últimos meses a las mujeres a vestir de un modo mucho más conservador. En un comunicado, Hamás dijo que ese tipo de certamen “contradice totalmente los valores y tradiciones de Palestina”.

“Mostrar a mujeres hermosas a los medios de comunicación y a la audiencia mientras nuestra gente en Gaza sufre [...] es algo rechazable y una imitación ciega de las tradiciones occidentales”, decía el comunicado.

Remawi, que recibió una educación liberal en Jordania hasta los 17 años, insiste en que el concurso no es anti islámico. “No va en contra de nuestras tradiciones y religión”, afirma. “Yo soy musulmana. Yo rezo. Yo ayuno. Pero eso no significa que tenga que llevar un uniforme”.

Yusef insiste en que el espectáculo seguirá adelante. Ahora está intentando que la final de Miss Palestina se pueda celebrar finalmente en enero. Pero con tan poca gente a favor del evento, no está claro que pueda superar todos los obstáculos a sus planes. “No tengo miedo a nada”, dice desafiante. “Cuantos más enemigos tengo, más quiero triunfar. Creo que es urgente para nuestra sociedad que vivamos con normalidad”, concluye.

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