20 setembro 2009

La fabrica de la belleza

  1. Venezuela triunfa en los concursos internacionales de misses
  2. La clave del éxito se encuentra en la preparación específica que siguen las jóvenes durante un año entero
Los artífices. Sousa (izquierda) y Riviera han convertido el Miss Venezuela en el mayor espectáculo del país. Foto: ÁNGEL BERMÚDEZ
Los artífices. Sousa (izquierda) y Riviera han convertido el Miss Venezuela en el mayor espectáculo del país. Foto: ÁNGEL BERMÚDEZ
ÁNGEL BERMÚDEZ
CARACAS

A Marelisa Gibson la vida le cambió en un supermercado. Fue a comienzos de este año, cuando un cazatalentos abordó a esta joven estudiante de arquitectura para proponerle participar en el concurso de Miss Venezuela.
Dos meses después, salió del primer casting con una carta en la que le asignaban un gimnasio y un entrenador. Había entrado en el engranaje. «Me lo pintaron todo muy bonito y sí, lo es, pero también es muy fuerte», comenta. Dos horas diarias de gimnasio, clases de oratoria y responsabilidad social, baile, pasarela, maquillaje, son algunas de las actividades que la ocupan desde las 6.30 hasta las 20.30.
Gibson, miss Estado Miranda 2009, es una de las 20 elegidas para el certamen que se realizará el próximo día 24 y lo agradece. No es para menos. Cada año, unas 3.000 venezolanas, a través de diversos mecanismos –concursos de belleza regionales, academias de modelos– intentan ser fichadas para el Miss Venezuela.
Un producto de exportación
Las reinas de belleza son, después del petróleo, el segundo producto de exportación de Venezuela. Solo superado por EEUU, Venezuela es, con seis títulos, el país que más veces ha ganado el Miss Universo. El más reciente fue hace un mes cuando se produjo un hecho sin precedentes: la miss Venezuela Stefanía Fernández recibió la corona de manos de otra venezolana, Dayana Mendoza.
Venezuela también ha destacado en el Miss Internacional y en el Miss Mundo, en este caso empatada con India, concursos en los que, con cinco títulos en su haber, es la nación con más triunfos.
Tal cantidad de reinas de la belleza han apuntalado la fama de las venezolanas y han hecho que los organizadores de concursos de otros países miren hacia Caracas en busca de la fórmula del éxito. Así, en los 80, los organizadores del concurso Señorita México solicitaron la asesoría de la organización del Miss Venezuela. Lo mismo hizo Panamá.
Hubo una época en la que otros países enviaban a su representante a prepararse en Caracas. Esta práctica duró hasta el 2003, cuando ocurrió lo inesperado: Amelia Vega, miss República Dominicana, quien contó con la tutoría directa de Osmel Sousa, presidente de la organización del Miss Venezuela, ganó el Miss Universo y dejó como primera finalista a la venezolana Mariángel Ruiz. ¡Menuda polémica!
«Osmel Sousa es el que las esculpe y prepara. Él es el creador de todas esas mujeres bellas. Él y su equipo trabajan el año entero y ahí se ven los resultados», afirma Joaquín Riviera, quien desde hace casi 30 años es el responsable de haber convertido el espectáculo del Miss Venezuela en el equivalente a la gala de los premios Óscar.
Desde la atalaya de sus 1,78 metros de estatura y sus tacones de 12 centímetros, Marelisa Gibson lo atestigua: «Osmel es perfeccionista. Nos cuida de la cabeza a los pies». Sousa no niega su búsqueda de la perfección, pero cree que el secreto del éxito es otro: «Es la preparación muy completa que tienen estas chicas. Aquí se hace el concurso con mucha anticipación, antes de los concursos internacionales. La miss Venezuela que se elige ahora tiene un día para descansar y celebrar y de inmediato comienza su preparación durante un año para el Miss Universo».
Escuela permanente
Sousa destaca que Venezuela fue el primer país en crear una escuela permanente. «Tenemos un equipo desde hace muchos años y trabajamos muy cómodamente», apunta para referirse al medio centenar de personas que trabajan para el Miss Venezuela, toda una fábrica de reinas de belleza. La organización se hace cargo de todos los costos de la preparación de las chicas, que, según cálculos de la revista Poder y Negocios, ascienden a unos 100.000 euros por concursante.
El presidente del certamen no concede mayor importancia a las críticas que sugieren que las venezolanas ganan con la ayuda del bisturí. «Son retoques. No se pueden hacer grandes cirugías porque no hay tiempo para la recuperación. Dicen que las reconstruimos, pero son detallitos. Además, en otros países también se operan».
En cuanto al elemento diferencial de las venezolanas, Sousa resalta que son muy desenvueltas y que poseen un aspecto físico muy especial, producto de la mezcla de razas que hay en el país. «La diferencia es que las venezolanas lo toman como una profesión», sentencia.

http://www.elperiodico.com/

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