24 setembro 2009

Dayana Mendoza: "Ahora me toca ser una muchacha normal"



Miss Universo 2008 está en Caracas para rendirle homenaje a su sucesora, Stefanía Fernández. La ex reina vive en Nueva York, donde estudiará actuación.

Llegó de sorpresa y todo se detuvo en el Poliedro de Caracas. Los flashes de las cámaras alumbraron su piel dorada por el sol. Cuatro guardaespaldas seguían sus pasos. Abrazó al artífice del show Miss Venezuela, Joaquín Riviera, y saludó a la prensa. La reina universal saliente, Dayana Mendoza, ahora sin cetro ni banda, continúa acaparando la atención con cada cosa que hace.

Está en el país para participar hoy en el certamen Miss Venezuela como animadora del segmento en el que se homenajeará a Stefanía Fernández. Llegó a Caracas el martes.

Sus padres la visitaron en la habitación del hotel donde se hospeda. Le llevaron de cena 2 perros calientes y 1 malta. "Los comí con gusto", dijo la beldad de 23 años de edad, que confesó que continúa soltera y sin compromisos.

­¿Cómo ha cambiado su vida después del reinado?

Gracias a Dios no he parado de viajar. De Las Bahamas me fui a Roma. Tenía una oferta para ser coanimadora de un programa de televisión, pero cuando llegué me dijeron que tenía que vestirme con un traje de dos piezas que me dejaba las pompas al aire y no iba a hablar en el show. Rechacé la propuesta y me fui a Nueva York. La semana pasada estuve en Las Bahamas descansando.

­Estudiará actuación en una academia de Nueva York durante dos años. ¿Era uno de sus sueños?

Forma parte de lo que tengo que hacer para que se cumplan otros sueños más grandes. No sé si quiero ser intérprete, pero sería divertido aprender. Siempre planeé ir a la universidad, luego me metí en el Miss Venezuela y gané el Miss Universo. Mi plan original cambió. Creo que no puedo seguir planificando, porque todo me sale diferente. Aunque no me quejo porque hasta ahora todo ha salido súper bien.

­¿Cómo es su vida en la ciudad estadounidense?

Trabajo con la agencia de modelos Trump. Empezaré las clases de actuación en dos semanas y viviré en una residencia universitaria. Estoy contenta porque tengo tiempo que no estudio. Siempre ha sido puro trabajo. Ahora me toca ser una muchacha normal.

­¿Aspira participar en una película de Hollywood?

Sería chévere, pero no es primordial para mí estar en la alfombra roja. Lo único que quiero es ser feliz. Si trabajando como actriz lo voy a conseguir, está bien. Y si vendiendo colitas lo voy a hacer, también estaría bien.

­Ninguna de las Miss Universo venezolanas vive en el país. ¿Por qué cree que han emigrado?

Porque después de que das tantas vueltas por el mundo te malacostumbras y quieres seguir viajando.

­¿Cómo definiría su año de reinado? ­

Fue una locura. Nunca me imaginé ser reina. Ni de chiquita me ilusionaron las coronas ni los concursos, pero ahora me acostumbré a ser Miss Universo y después de unos meses me dijeron: "Chao".

­¿Sintió tristeza?

Lloré casi toda la semana antes de entregar la corona, porque durante un año trabajé con un grupo de personas que prácticamente era mi familia. Es difícil.

­¿Le organizaron una despedida? ­

Sí, pero no fue gran cosa. Ellos están acostumbrados a tener una reina distinta cada año. Me hicieron una pequeña reunión en una de las oficinas de Las Bahamas. Me regalaron un dije con mi inicial, que tiene una corona en el dorso. Me dijeron que yo siempre iba a ser su Miss Universo.

­¿Conserva los atuendos que usó durante su reinado? ­

Algunas cosas, pero hay muchos vestidos que te prestan. Tampoco me quedé con la corona de diamantes, pero me regalaron una tiara. Y me dieron también la corona de piñata que me entregaron en Vietnam cuando gané.

­¿Se mantiene en contacto con Donald Trump?

Él me ha ayudado muchísimo.Llamó a la agencia de modelos y les dijo que quería que yo trabajara con ellos. Gracias a eso tendré algunas cositas que hacer en Estados Unidos. Él se preocupa por lo que hacen las misses después del reinado.

­¿Ha visitado a Stefanía Fernández en Nueva York? ­

No. Le he mandado mensajes pero sé que ha estado ocupada. que se sienta atosigada. Le escribo: "Voy a estar en Nueva York, aprovéchame. Eres más jovencita que yo y sé lo que vas a vivir". La tengo que cuidar, como si fuera su hermana mayor.


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