Linor Abargil

LA VIOLACION DE MISS MUNDO, AL CINE
JAVIER CID

El título de Miss Mundo es, por contrato, un sabroso espectáculo de piernas infinitas, apartamentos en Acapulco, la liturgia de la paz mundial, sesiones de fotos salpicadas de aguas turquesas...La letra pequeña, sin embargo, no dice nada de agresiones sexuales.Y Linor Abargil, coronada hace ahora 10 años, vivió las dos caras de los certámenes de belleza; siete semanas antes de ser nombrada la mujer más bella del mundo, esta modelo israelí fue víctima de una violación.

Tras todo este tiempo, con el dolor convertido en rabia y el trauma transformado en sentido del deber, Abargil quiere desmontar el mito del 90-60-90 con un documental autobiográfico que viaje a las entrañas de aquellos días de flashes, collares de diamantes y mucha, muchísima, angustia. «Quiero conectar con otras mujeres que también hayan sido víctimas de una violación», explica. «Si hubiera rodado este documental hace 10 años lo habría hecho como una víctima. Hoy lo haré como una superviviente».

La película, además, cuenta con un aliciente muy especial: estará producida y dirigida por Cecilia Peck, la hija de Gregory Peck, dedicada al mundo del cine, los documentales y la cosa audiovisual.Y tanto la directora como la protagonista advierten de que no habrá espacio para lo políticamente correcto. Las escenas serán estremecedoras y llenas de crudeza. En definitiva, un puñetazo de realidad que pretende ayudar a otras chicas que han pasado por el mismo infierno.

«SERA DURO, PERO ES MI DEBER». «Contaré toda la historia. Todos los detalles. Todo», advierte Abargil. «No quiero avergonzarme de lo que pasó. Las películas suelen mostrar los detalles de los crímenes, ¿no? Pues entonces yo también quiero enseñar los detalles de una violación. Si alguien no quiere verlo, no tiene por qué hacerlo. Sé que será duro, pero yo sólo pienso en mi deber, que no es otro que hacer algo por otras personas».

Y así, con el discurso de la solidaridad y el bien común muy bien aprendido, la ex modelo vuelve al ruedo de la actualidad por motivos mucho más turbios que una melena firme o una sonrisa de marfil. El argumento del documental, construido con la ayuda de los atestados policiales, se resume así: con 18 años, Linor trabajaba como modelo en Milán, la ciudad de las mil óperas y las mil pasarelas. Cuando faltaban siete semanas para el Certamen de Miss Mundo -Miss World para los entendidos políglotas-, la joven pensó en tomarse unas vacaciones antes del ajetreo del certamen. Echaba de menos a su familia, se sentía sola, los desfiles no encajaban en su puzzle vital... así que decidió volver unos días a Tel Aviv (Israel). Y entró en una agencia de viajes milanesa para comprar un billete de avión que la llevara de vuelta a casa.

Uri Shlomo, un agente también israelí, le dijo que todos los vuelos estaban completos, pero que él podía acercarla a Roma en coche, desde donde sería más fácil encontrar plaza en algún avión. Ella aceptó. A las afueras de Milán, Uri detuvo su BMW, le tapó la boca y la violó en repetidas ocasiones antes de intentar asfixiarla con una cuerda y una bolsa de plástico. Milagrosamente, Abargil logró persuadir a su raptor, que la dejó marchar. Al día siguiente, la modelo denunció los hechos ante la policía italiana. Shlomo fue interrogado y, horas después, puesto en libertad por falta de pruebas.

Pero la joven ganó el certamen de Miss Mundo y el caso, cosas de la fama, dio un giro de 180º. Linor ya no era una chica guapa más con aspiraciones de modelaje internacional. Ahora era embajadora de Israel en los cinco continentes, icono de belleza internacional, chica con corona y séquito y dinero y una agenda muy apretada.Así que los investigadores israelitas retomaron su denuncia y detuvieron a su agresor.

Abargil tuvo que testificar a puerta cerrada -recuerda cómo ambos, entre lágrimas, tuvieron que verse las caras una última vez- y el violador fue condenado a 16 años de cárcel. La opinión pública ya podía respirar tranquila. La organización de Miss Mundo, cuyos cimientos podían tambalearse por un asunto tan turbio, también.

Una vez conocidos los detalles de la historia, una pregunta inevitable salta al ruedo del qué dirán: ¿ayudó la fama de la miss en la detención y condena de Shlomo? «Está en la cárcel no porque yo fuera Miss Mundo, sino porque yo quería que estuviese en la cárcel», se justifica la modelo. «Nunca me rendí. Desde el principio supe que iba a ganar».

De momento, Abargil está inmersa en la preproducción del documental.Ha creado una web (www.linordocumentary.com) para que otras chicas que han pasado por una situación similar compartan, si quieren, su experiencia. «La única forma de sobreponerse a una violación es hablando de ello», reconoce Linor. «Quiero que las víctimas digan 'sí, me ocurrió y quiero que mi agresor acabe en la cárcel'.Sólo así podrán superar un trauma tan brutal». En esta misma línea, Abargil se ha propuesto lanzar un mensaje alto, claro y directo a las autoridades: pide una mejora de los procedimientos policiales, condenas más severas para los agresores y programas de rehabilitación para los violadores que están en prisión.

Pero la ex Miss Mundo, que actualmente tiene 28 años, no está sola en esta cruzada. Ella pondrá su fama, su experiencia y su determinación. Y Cecilia Peck prestará su talento cinematográfico.La hija de Gregory Peck, que ya se encuentra inmersa en el proyecto, tiene muy claras las líneas maestras de este trabajo. «Como cineasta, tengo la obligación de buscar a gente que está deseando contar la verdad, incluso cuando esa verdad me hace sentir incómoda».

MADRE CORAJE. Y Linor cumple a rajatabla este requisito. «Estoy aquí para descubrir cómo una chica tan joven fue capaz de reunir el coraje suficiente para enfrentarse al problema. Su madre fue fundamental en la detención del violador; cuando Linor le contó por teléfono lo sucedido, ella la obligó a ir directamente a la policía, cuando otras madres hubieran adiestrado a sus hijas en el silencio».

Tras finalizar su reinado, Linor centró todos sus esfuerzos en el mundo de la interpretación. En la actualidad es actriz en Israel y compagina sus trabajos con la carrera universitaria de Derecho. «Quiero luchar por las mujeres. Tengo la sensación de que puedo ser útil y de que valgo para algo más que comer y dormir», explica. Su espíritu combativo, unido a una personalidad muy mediática y a su trabajo en cine y televisión la han convertido en toda una celebridad en su país. Su fama alcanzó cotas estratosféricas cuando se casó con la estrella de baloncesto lituano Sarunas Jasikevicius, con quien estuvo casada unos meses. Y ella, sin embargo, se empeña en dejar, una y otra vez, la alfombra roja.Porque, como siempre dice, no está «en este mundo para ser una estrella».

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