29 novembro 2008

Michelle Rouillard, más allá de la corona

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Foto: Hernán Puentes

La nueva Señorita Colombia, se descubre como una mujer solitaria, amante de los buenos negocios y que no quiere reinar solo para conquistar la corona de Miss Universo.

Tiene una belleza rotunda, de tipo europeo, parece una muñeca que podría percibirse gélida de entrada, si no fuera por ese saborcito y picante propios de los latinos que ella también posee y le concede esa luz que atrae todas las miradas. Eso, su arrolladora personalidad, sumado a su fluidez para hablar de cualquier tema sin cortapisas y su interés por trabajar en la promoción del Cauca, su departamento, fueron puntos decisivos para estar en la retina del jurado.

De Michelle se podría decir que la televisión no le hace tanta justicia a sus encantos y que el exceso de maquillaje le da cierta madurez a su rostro de facciones juveniles y perfectas. Dulce, derrite a los hombres con su melodiosa voz, un guiño calculado que enciende todavía más sus ojos verdes y esa espesa y alborotada melena en tono miel a la que está pensando seriamente en cambiarle el color.

Amable, a pesar de los estragos que podría causar en el buen humor una noche fugaz en la que no pudo dormir muy bien, debido al incesante repicar del teléfono de su habitación, por causa de los admiradores que quién sabe cómo lo averiguaban para felicitarla. Y si a esto se suma el ritmo vertiginoso del estreno de su corona, las primeras ruedas que empezaron a las 12 de la noche y esta, su primera sesión de fotos con una revista (con C), que comenzó dos horas más tarde de lo pactado porque a Michelle no la 'soltaban' hasta que hiciera la lectura pormenorizada y firma del contrato de sus nuevos derechos y obligaciones, sí, porque no se trata simplemente de reinar.

Ya había caído el sol que serviría como telón de fondo en la sesión y hubo que hacer un ligero cambio de planes en la casa de verano del actor John Leguízamo, que facilitó para recibir a Michelle y, bueno, a su séquito de nuevos colaboradores que no le pierden paso ni para ir al baño. Gajes de su nueva condición. Ordenan dejarla sola para los cambios de ropa, se aseguran con celo de que las ventanas de una de las habitaciones estén herméticamente cerradas para que nadie viera a su más preciado tesoro; le dicen qué ponerse y qué no y calculan hasta el momento en que ella podría tener sed (así no la sienta) para pedir agua o interrumpir la entrevista si creen que la reina se va a agotar "con tanta preguntadera", como dijo esa noche quien hizo las veces de su chaperona porque curiosamente la real descansó ese día para recargar baterías.

Por su apellido parecería extranjera, ¿cómo se pronuncia?

Es fácil. Olvídense de todas las letras que tiene. Rouillard se pronuncia RUYAR. Mi papá es francés y vive hace 30 años en Colombia. Por cosas de la vida decidió dejar su patria y ha estado en todas partes, trabajando en muchos oficios, pero es un apasionado de la fotografía. En una de esas propuestas le salió un trabajo en Perú y después lo mandaron a Colombia. En ese momento estaba haciendo la publicidad de el Éxito aquí, pero eso fue en los años de Matusalén (risas).

Patrick, su padre, fue un andariego. ¿Por qué echó raíces aquí?

Conoció primero a una mujer que es la madre de mi media hermana, se casaron, esa relación no funcionó y el día que exponía su obra en Popayán -porque ha hecho una decena de libros de Colombia-, conoció a mi mamá. Ella estaba brava con el novio que tenía y para darle celos y aprovechando que mi papá le hacía ojitos, le coqueteó. Él quedó petrificado con ella y fue la primera vez que le pidió el número telefónico a una mujer. En ese momento vivía en Medellín y viajaba todos los fines de semana para verla y hacerle la visita solo por una hora, que era el tiempo que mi abuela le daba. Tres meses después se casaron.

¿Por qué dice que su padre es el único hombre por quien se quita el sombrero?

Su historia es tan interesante que se podría escribir un libro. Su madre murió muy joven, él no la alcanzó a conocer y a su padre lo veía esporádicamente. En realidad no tuvo familia, lo crió su abuela materna, ella era una mujer estricta que estuvo casada con cuatro militares en Francia. Él permaneció hasta los 18 años en un internado, no tuvo una infancia normal, no conoció lo que era celebrar un cumpleaños en familia ni una Navidad. Su vida giraba en torno a estar solo o con sus amigos y su abuela quería que perteneciera a la marina o algo relacionado con el mundo militar. Estuvo en la marina y fue cuando decidió mandar todo al traste y a dedo se fue a España a trabajar en restaurantes o en lo que le saliera, hasta que consiguió un amigo fotógrafo y él trabajó como su asistente. Ahí aprendió el oficio y viajó por varias partes del mundo.

Es tradición en su casa no llevar la cuenta de la edad de sus padres, ¿por qué?

Mi papá tiene sesenta y pico de años y le lleva 20 a mi mamá. Hace mucho tiempo que no los contamos porque los años no importan.

¿Usted por qué dejó Canadá?

Me fui para allá para vivir un tiempo sola y porque yo era una mantenida y todo me lo hacían. Me fui un mes después de terminar el bachillerato y sin saber idiomas, pero cuando terminé mi carrera sentí que le faltaba un ingrediente a mi vida y vine a buscarlo acá porque mis ganas y felicidad se agotaron, me cansé de la rutina, quería cerrar ese capítulo y hacer algo diferente.

Y eso era el reinado...

Sí, una nueva experiencia. Regresé este año y me reuní con el comité de belleza del Cauca, porque cuando tenía 15 años me propusieron ser reina, pero no me interesaba. Ya después me dije, pues metámonos, porque era una idea que permaneció en remojo en mi cabeza y lo hice este año porque el 2008 es mi número.

¿Agorera?

No. El ocho es mi número en numerología, ocho letras componen mi nombre y el 28 de octubre cumplo años.

Usted es técnica en negocios internacionales, ¿qué tan buena negociante es?

La clave de los negocios es establecer relaciones con la gente y buscarle el potencial a un producto, proyectar cómo puede venderse, además de que me encantan los idiomas, que es un requisito básico en esta carrera.

El mejor negocio que ha cerrado...

Cuando era pequeña conseguía piedras, las pintaba y las exhibía en un muro para venderlas. Yo le decía a la gente que provenían de distintas partes y que servían para distintas cosas que me inventaba y me las compraban. Hacía bolsos, crispetas, yo vendía hasta un hueco pintado (risas). Cosas de mi papá, como fotografías, con una primita las sacaba y las vendía.

Hablando de hacer dinero rápido, ¿qué piensa del fenómeno de las pirámides?

Es terrible para el país, aquí se sufre mucho por la plata y es triste, algo terrible que nos afecta a todos no solo a la gente que mete su dinero ahí, sino a todos porque la economía se viene a pique. Y no aprendemos sino, como dicen por ahí, hasta cuando uno se quema. Ojalá nos sirva de lección a todos.

¿Por qué no le da tanta importancia a Miss Universo?

No quiero demeritar su importancia, sí lo es, pero no lo más importante. Lo que quise decir es que Miss Colombia no significa solo ir a Miss Universo o si no qué sentido tendría. Tiene más significados como ser la embajadora de la alegría, y como lo decía Taliana Vargas, ser Colombia por un año. Es una frase divina que sintetiza esta responsabilidad.

¿En qué le falta mejorar?

En todo sentido. Quiero reunirme con gente que sepa lo que hace y cambiar el look, mirar qué colores me quedan y tonificar mis piernas, abdomen y brazos.

¿Y será un año de reinado sin novio?

No tengo, hasta el otro año será...Y las hojas de vida las empiezo a recibir en un año (risas). Y si me pasa algo así como la historia de encuentro de mis padres, él tendría que aguantar el voltaje del reinado y aceptar que no estoy ciento por ciento disponible, pero amarme y adorarme igual.

¿En qué estaría dispuesta a ceder para no estar sola?

Yo no le temo a la soledad.Me llevo muy bien conmigo misma, me pueden dejar sola en una isla y la paso súper. Las relaciones no deben ser de apego, hay que luchar para que el eje central no sea la relación, porque cuando falle todo lo demás se desequilibra.

Es cierto que no le iba bien con las amigas por ser bonita...
Yo no sé la razón por la que pusieron eso en una revista. Lo que dije es que en el colegio mis compañeritos no eran queridos conmigo porque era un poquito indisciplinada, pero me iba bien en el estudio y con los niños también, jajaja.

¿Y en el concurso sí hizo amigas?

Con Cundinamarca nos llevamos bien, ella es de mi estilo y somos tranquilas y con Guajira porque siempre está feliz y dispuesta a ayudarte.

Mis trucos de belleza

No me gusta llamar sacrificios sino cuestión de costumbre a los cambios que he hecho para conseguir mi actual estado físico. Por eso me propuse en Popayán levantarme todos los días a las 4:30 de la mañana para estar en el gimnasio a las 5:00 y le pedí ayuda a mi mamá en esa tarea. Pero lo hice para retomar la disciplina y el ejercicio. Y ahora me cuido más con la dieta. Antes comía de todo, ahora prefiero alimentos más sanos y me cuido del exceso de grasas y carbohidratos. Y en cuanto a maquillaje me gusta muy suave y para ocasiones especiales uso pestañas postizas porque resaltan mucho la mirada.

Por: Flor Nadyne Millán
Fotografía: Hernán Puentes

http://www.eltiempo.com

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